Ayer me entretuve un rato viendo
la serie El mundo en llamas y me vinieron a la cabeza dos ideas que me rondan
desde hace tiempo. Una es cómo EEUU, en sus películas de propaganda, se pone en
el centro del triunfo sobre los nazis en la II Guerra Mundial, magnificando la
tecnología y el poderío militar germano a su mayor gloria y obviando que fueron
los soviéticos los que pusieron los muertos a granel en ese conflicto: 18 millones
frente a los 298.000 estadounidenses. El chovinismo llega hasta los detalles más
insignificantes en la serie, lo que no deja de ser habitual, pues se ofrecen unos
caramelos a una niña con el reclamo de que son norteamericanos, nada menos: una ambrosía divina
si es made in USA. Y eso que la serie, paradójicamente, es británica.
Una prueba de cómo ha calado el mensaje.
Lo cierto es que no pocos
historiadores señalan, por contra, que la infantería germana, en el frente del Este, no
disponía de transporte, más allá de algunos camiones y mulas de carga, y sus tropas
hicieron miles de kilómetros a pie. Este es un elemento esencial que contribuyó
a su derrota en Rusia: dificultades de movilidad en un frente extensísimo. Por
citar un ejemplo, la española División Azul tuvo que andar unos 900 kilómetros
para llegar a las posiciones definitivamente asignadas. Es sólo un botón de muestra.
El otro asunto que me ronda es la
práctica de la eugenesia por los nazis, que también se subraya en la serie y con razón. A
veces me pregunto si no se estará usando también hoy en nuestras propias
sociedades. Si fuera así, tendríamos una grave reflexión ética por delante.
En fin, cosas mías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario