viernes, 31 de octubre de 2008

Claudio Rodríguez, uno de los grandes

Acabo de terminar de leer la obra poética completa de Claudio Rodríguez, en edición de Antonio Marí para el Círculo de Lectores. Y discrepo completamente de esa afirmación radical de que Rodríguez es un poeta de un sólo libro, pues la carga emocional de su obra da lugar a esplendorosos poemas cargados de distintos contenidos y valores.
Quizá esta crítica que en algún lugar he leído tenga que ver con la presencia continua de la naturaleza en su obra, también del hogar y de los hombres en los lugares comunales, tratados con sencillez desbordante y relevadora de los momentos a los que canta. Para mí esa es su grandeza, igual que en la poesía de Seamus Heaney, por hacer la comparación con un vate de lengua inglesa y laureado con el Nóbel.
Personalmente, creo que Rodríguez y Valente son las grandes voces poéticas de la segunda mitad del siglo XX español, con obra concluida. Luego, también hay otros, pero afortunadamente ejercientes todavía.

viernes, 24 de octubre de 2008

Las columnas de Mónica Fernández-Aceytuno

Cada día disfruto más las columnas que en el ABC publica Mónica Fernández-Aceytuno, en las que la naturaleza reina en una treintena de líneas.
En su condición de bióloga, esta articulista espléndida encuentra siempre un hecho, en el mundo vegetal o animal, que convierte en brillante metáfora que ilumina la vida de sus lectores. Pero sin estridencias conceptuales o verbales, con la fluidez de un río remansado cuyas aguas tienen que discurrir imperativamente cuenca abajo, en la dirección en la que todo se aclara, se vuelve cristalino.
Y me gusta que el leif-motiv sea ése, la naturaleza, la compresión de las fuerzas que rigen la vida de la especie humana y de todo en este planeta, pues devuelve esa lucidez que nos recuerda que, las personas, apegadas visceralmente a sus sociedades, no son más que animales, animales inteligentes y vanidosos que han olvidado que no son la medida de todas las cosas porque siempre habrán magnos huracanes o modestos rayos que probarán su fortaleza frente a nosotros.
También me sublima la compresión y el amor por la vida de esta escritora, que es capaz de alegrarse por un pájaro o llorar la muerte de un árbol no por ideología o militancia, sino por comprender cabalmente que la vida es lo que hay, el bien más preciado que tenemos, todo lo que nos queda.

jueves, 23 de octubre de 2008

El silencio

Ahora que, gracias a Zapatero, ha vuelto a quedar patente que no somos nadie en este mundo traidor, me gustaría dejar constancia de la importancia del silencio, que es un concepto muy interesante, desde mi personal punto de vista.
Al parecer, el silencio absoluto no existe, pues un hombre puede oír hasta su flujo sanguíneo. Pero, en la macrosociedad moderna, los niveles de ruido superan prácticamente todo lo admisible y tenemos que vivir adaptándonos constantemente a ellos.
Sin embargo, existe un miedo atávico al silencio hasta el punto de que mucha gente, al encontrarse sola, inmeditamente enciende un televisor, una radio, o pone música. Se produce la paradoja de que molesta la intensidad del silencio.
Dando un paso más, hay personas incapaces de soportar la soledad, aunque sea momentánea. Necesitan de la continua interacción con los demás, sea a través del lenguaje verbal o del gestual, en ocasiones con la sola presencia. Silencio es muchas veces sinónimo de soledad, otro concepto poco valorado y hasta temido
Una de las cosas que me llaman la atención, sabiendo que no llevo muy bien despertarme al lado de gente habladora, es cómo se puede alegar tanto como, cuando alguna vez, he estado en una jardinera que me lleva a un avión antes de las siete de la mañana y compruebo que mis acompañantes ya hablan a gritos sin parar. ¿Es una necesidad vital o sólo un hábito adquirido?
Lo cierto es que, por contra, todas las doctrinas e ideas destinadas al enriquecimiento interior dan un tremendo valor al silencio como fuerza constructora.
La prueba de la importancia que tiene el sonido y lo poco valorado del silencio es que este último se omite en la mayoría de definiciones de música que conozco, cuando a mi entender ésta es la combinación modulada de ambas cosas. Sin silencio no habría matices y la música sería más una tabarra que un placer.