jueves, 22 de septiembre de 2011

La escuela de Wallace Stevens



Tanto Wallace Stevens como W H Auden son para mí dos de los más importantes e influyentes poetas del siglo XX por su concepción de la imaginación y la escritura. Y precisamente esta semana me encontré en la librería el libro La escuela de Wallace Stevens, del afamado crítico Harold Bloom, donde se hace una breve reseña y recopilación de poemas del propio Stevens y de sus seguidores poéticos nortemaericanos. Bloom los llama unitariamente como Lo Sublime Americano.
La edición española la ha realizado Jeannette L Clarion para la editorial Vaso Roto. Un libro extenso que personalmente me parece una joya y recomiendo por la potencia espiritual de cada uno de los poemas.

viernes, 16 de septiembre de 2011

El espíritu nacional y el Derecho Civil

¿Puede ser que el carácter de un pueblo esté en su Código Civil? Se me ocurrió esta peregrina idea pensando sobre esa caricatura de los catalanes: la pela es la pela.
La tradición y la legislación catalana sobre la transmisión de la propiedad ha sido distinta de la del resto de España. La figura del primogénito que lo hereda todo para no menoscabar el patrimonio, el matrimonio en régimen de separación de bienes... Esto obliga a que cada cual construya su fortuna duro a duro, euro a euro, sabiendo lo que cuesta ganarlos y luchando por conservarlos.
De nada les sirve sentarse a esperar a que los padres mueran ni buscar un matrimonio de conveniencia. No se reparten ni las migajas. Cada sujeto se labra su fortuna.
En cambio, en Castilla estaban los hidalgos soñando heredar y esperando la caída de la hoja porque trabajar era indigno de caballeros. Esta mentalidad la refleja bien esta anécdota verídica que nunca podré olvidar:
En su primer día de trabajo, el nuevo empleado ponía empeño en la realización de sus quehaceres, mientras el resto de sus compañeros fumaba plácidamente al cobijo de una sombra. Uno de estos le dijo, viendo el empeño del novato por cumplir con su encomienda: "Pero hombre, es que crees que vas a heredar".

El primer minuto (13-8-1961)

El mundo se creó en la alborada
del primero de los meses de agosto,
una acumulación de contracciones
uterinas y fuerzas gravitatorias
tras el manantial amniótico.
Ella no era primeriza y sabía
bien lo que hacía; rebuscó
bajo la cama el vacío orinal.
No me atreví a abrir los ojos
en aquel primer minuto.

Sobre esta poesía

Pendiente de demasiados asuntos a la vez, los días pasan sin que se produzca ninguna resolución a todas esas cosas que andan por los aires, inasibles, indiferentes a nuestras inquietudes y desvelos. Y entre las miles de reflexiones que la espera sugiere, está la de la poesía última, esa que vengo leyendo en estos tiempos y que casi me parece un atentado al buen gusto.
El siglo XXI ha traído a la lírica la crisis y la informática y esto hace que los escritores se esmeren en escribir sobre la cartilla del paro y la playstation, los ricos y el PC, con un prosaismo a prueba de bombas. Parece que la poesía actual se dedica más al humor ingenioso e irónico que a sumergirse en la profundidad del conocimiento, más a la paradoja que a la metáfora.
Y luego lees las críticas y no entiendes nada, como aquella de ABC en la que se alababa la gran poesía de no sé quién por su absoluta carencia de técnica. Su genio, se decía, estaba en no saber escribir.
Menos mal que todavía aparecen voces maduras y contenidas, capaces de alcanzar a la gran poesía, como el valenciano Antonio Cabrera. Nos salva de la superficialidad, nos hunde en la reflexión mágica de lo que sucede delante de nuestros ojos. Y delante de los ojos no tiene la playstation. Menos mal, insisto.