lunes, 9 de junio de 2008

Robert Cray, en Santa Cruz de Tenerife

A continuación reproduzco la pequeña crónica que escribí sobre el concierto de la Robert Cray Band en el ciclo "Santa Blues de Tenerife" que este músico inauguró el viernes pasado. La crónica se publicó en la edición de ayer de La Gaceta de Canarias.



SANTA BLUES DE TENERIFE


Cray, de la mejor calaña



SANTA CRUZ DE TENERIFE
FRANCISCO ESTUPIÑÁN



Mientras al país le subía la adrenalina patriótica al saber que el ahíto García Reneses nos ascendería al Olimpo baloncestístico, más de medio millar de personas esperaban impacientes ver salir al escenario de la calle de La Noria a la Robert Cray Band, más o menos conscientes del lujo de que tamaña estrella nos iluminara la noche. Y no se hicieron de rogar: el bluesman y su banda habitual ocuparon sus sitios (él, como siempre, con la guitarra alta y el micrófono a una altura que lo obliga a encorvarse) y las rutilantes armonías comenzaron a ascender hacia una tímida luna creciente.
Cray (Columbus, EEUU, 1954) hizo un espléndido repaso por su repertorio habitual, con sus temas más conocidos, como Poor Johnny o Twenty, repartidos estratégicamente para mayor disfrute del respetable. Con un sonido bueno y el sólido apoyo rítmico de su teclista, sus dos Stratocaster y su magnífica voz se iban alternando para hacernos comprender que nunca sabremos lo que perdió la arquitectura, pero sí lo que ganó la música.
Y es que Cray es un guitarrista de los grandes, de la calaña de Eric Clapton o del mismísimo SRV, sin necesidad de efectos, sino trasteando diapasón arriba y abajo con púa y dedos, alguna vez intensificado por un delay. Y su energía es tal que ataca las cuerdas, literalmente; las machaca hasta no necesitar del volumen para dar textura a su continua combinación de notas y acordes, en la más elegante tradición blusera.
En fin, que hay que dar las gracias a esa bendita alma que se ha ocupado de que un artista poseedor de tres Grammys y ya habitual en el circuito peninsular llegara hasta estos peñascos para ofrecernos hora y media de tesoros musicales. Sinceramente.
La Robert Cray Band estuvo taloneada por los Green Door, un grupo del lugar bastante aseado en los manejos que hizo versiones de clásicos de John Fogarty y de Tina Turner, sobre todo, a la medida de la voz soulera de su cantante femenina.
Y vuelves a casa feliz, pero con las mismas preguntas de cualquier concierto: ¿por qué la chica más entradita en carnes es la que siempre baila como una posesa?, ¿por qué el tío que va a ligar y no para de comerle el tarro a la chica se pone al lado mío?, ¿por qué el de las rastas se empeñó en dejarme la camisa apestando a maría? La noche ya no responde.

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