martes, 11 de agosto de 2009

La estación de las cloacas (ficción no ficcionalizada, o viceversa)

Es normal que los malos olores castiguen las pituitarias con más virulencia en verano. El calor ayuda a la descomposición de lo exánime, los procesos de putrefacción se aceleran, incluso las alcantarillas tienden a dejar salir al aire el apestoso perfume que tanto gusta a las ratas. Pero, en este estío, el hedor es mayor.
Parece que hay una nueva estación, que sólo se hace patente cada quince o veinte años, que asuela con su tórrida fetidez la Europa más meridional. Es un fenómeno que debería concitar la atención de los estudiosos del cambio climático, un fenómeno muy extraño por el que, de repente, empiezan a saltar todas las tapas de las cloacas del Estado con una presión creciente que hace más violenta cada implosión. Hasta los sindicatos de la policía están escandalizados por los vertidos fecales que emanan de los más recónditos pasajes subterráneos que siempre vierten al mar, que es el morir manriqueño.
La última vez que esa estación insalubre hizo correr sus detritus paisaje abajo fue por unos chapuceros crímenes de Estado cuyos lodos alcanzaron hasta Canarias, como también ha sucedido ahora, pues la vertiente del mapa siempre es inevitable para los fluidos, aunque sean espesos.
La espantosa nube fecal que precicita sobre nosotros este torrente de mierda siempre viene cargada de potente electricidad estática, tan estática que quiere quedarse para siempre gobernando nuestros días. Primero, diciéndonos que están aquí para salvarnos de nosotros mismos, de la Marcha Real, de la caverna, del Papa, de las grandes fortunas que habremos de repartirnos equitativamente entre todos. Luego, calladamente, van arrinconando a todos los que disienten para, albertinamente, enterrarlos en el mar entre vacaciones anuales en chalé de reyes o continente bananero.
Desde que los roedores de la electricidad estática o estatal olisquean su chispeante presencia saben que su misión es extender la peste para que los siervos sepan que vienen a quedarse y que son los señores de la vida y de la muerte, con o sin consentimiento parental.
Aquí están, como los jinetes del Apocalipsis, tocando sus trompetas a rebato, mientras las cuerdas de presos se arrastran hacia las galeras de la solidaridad internacional.

1 comentario:

e2g dijo...

Cuánta sabiduría rezuma esta reflexión estupiñana, con qué maestría se van desgranando y deslizando los elementos que componen el mosaico del caos en el que nos han metido de hoz y de coz. Sobre todo hay que destacar que aunque el tema es por si mismo asqueroso y hace llegar a la nausea, el imaginativo y alegórico lenguaje en el que el asunto se envuelve evita el vómito, consiguiendo gracias ello que se pueda leer hasta el final. Lo peor de todo es que la pestilente situación que se describe sigue ahí; pero para mi tengo que con ella pasa lo mismo que con las ventosidades propias que, además a producir alivio al expelerlas, son aceptadas con gusto por la pituitaria propia. Esta realidad permitir distinguir entre los pedorreros -o más finamente palmeros, mansos, borregos, "bucheagradecidos", progres, titiriteros (con perdón para los profesionales del genero), "agitproistas", orgullosos de un día al año, etc.- y los demás; que en definitiva son los mismos a los que en la reflexión se les asigna el papel de salvadores de nosotros mismos y de los demás, a lo que yo añadiría: del imperialismo yanqui que sé que el texto se omite porque ya no está al frente el belicoso y despreciable George W. Bush sino el amigo Obama que va a copiar de España dos logros del actual gobierno: el AVE (que según creo es obra del anterior gobierno, como también lo es el moderno aeropuerto de Barajas) y la SS (que creo que, como la ONCE y otras instituciones, fue implantada por el anterior Régimen). En resumen, que aunque no todos pensamos igual, hay muchos que permanente expelen la descomposición de sus valores y principios morales y de ahí la nube fecal y el torrente que se denuncia que, no sólo debe merecer la atención de los al gores sino que también debe ser examinado atentamente por los expertos en alianzas de civilizaciones.
Sobre que los vertidos fecales vierten al mar no estoy de acuerdo del todo. Creo que si bien es cierto que terminan yendo a algún sitio -algunos en la cárcel- el vertido es también cíclico; es decir, que no es permanente y, en su intento de extender la infección lo máximo, se mantiene durante los años que puede -actualmente más de cinco-
La referencia a los sindicatos policiales es otro punto de discrepancia. Algunos de ellos, como los de trabajadores, son carne de la misma carne. Por ello me inclino a pensar que las críticas que han manifestado obedecen más a que se les ha negado algo y esto no es más que una simple pataleta. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los dirigentes de los más inportantes llevan más de veinte años en sus puestos. En Canarias más de treinta. Eran chicos aventajados que casi pasaron directamente de la Academia de la Policía Armada al sindicalismo psoista
Lo de la "cuerda de presos" magistral. No tiene nombre o quizás sí ¿Podría llamarse Guantáno-2? Menos mal que estamos en un Estado de Derecho en el que todos estamos sometidos al imperio de la Ley y que el artículo 520.1 de la de Enjuiciamiento Criminal nos protege ordenando: "La detención y la prisión provisional deberán practicarse en la forma que menos perjudique al detenido o preso en su persona, reputación y patrimonio", que si no...
Saludos
e2g