jueves, 18 de marzo de 2010

Sueño de mar

Cada cual tiene sus preocupaciones cotidianas, sus idas y venidas, tal vez algún problema que no le pemita conciliar el sueño. Pero el tiempo ya ha cambiado en estas ínsulas, la luz solar ilumina y calienta el día, los cielos están despejados. Es un gozo, tras meses enfundado en la ropa de abrigo o al cobijo del calefactor encendido.
A mi me gustaría convertir esta calidez en surcar el mar, izar velas y ponerme el timón para cortar el agua en medio del silencio y dejarme acompañar por las delfines, que saltan hacia proa. Mirar la cresta de las olas para confirmar la bonanza y observar el horizonte para verificar que se acercan los vientos, mientras el barco encuentra la escora sobre la que deslizar suavemente su cuerpo. Solo, sólo con la compañía del amor, hasta que al caer la tarde busque un fondeadero donde hechar el ancla y pueda tomar cualquier cosa con un vaso de buen vino. Luego, leer hasta caer rendido por el arrullo de las olas.

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