martes, 29 de enero de 2008

¿Secesionismo versus libertad?

Europa parece que tiende cada vez más intensamente hacia la atomización. El caso belga es quizá el ejemplo más palmario de la peligrosa fractura que puede producirse en un Estado: flamencos y valones se distancian cada vez más en su convivencia nacional hasta el punto de impedir que se constituya un gobierno estable que rija la nación. Y en ese país, paradójicamente, está la capital de la Unión Europea.
Tampoco es ajena Gran Bretaña a este fenómeno con lo que han denominado nacionalismo escocés, al que ha dado empuje mediático el actor Sean Connery, que saltara al estrellato al servicio de Su Majestad como James Bond.
En España, bien lo sabemos, el doble juego de CiU y PNV en su lealtad al Estado constitucional les ha dado tantos réditos que han enseñado a diferentes partidos de las distintas comunidades autónomas lo bien que se puede hacer política vendiendo el enfrentamiento entre la periferia y el centro.
Ni que decir tiene, además, las terribles consecuencias de estos nacionalismos cuando han hecho uso del terrorismo, como han sido los casos de ETA en el País Vasco y el IRA en Irlanda del Norte. La fractura de la convivencia se convierte en una herida imposible de cerrar en la memoria colectiva a pesar de que finalmente callen las pistolas, como en Irlanda.
Pero cuando la Unión Europea, esa entelequia incapaz de hacer una polítida exterior coherente más allá de la componenda, está dispuesta a reconocer la independencia de Kosovo sin afrontar sinceramente que abre una puerta que, como precedente, va a ser muy difícil de cerrar después, no queda más que echarse a temblar.
Y es que la tan antiamericana Europa está dispuesta, en este caso, a aceptar los designios de Washington sin sopesar que ese territorio, que está a miles de kilómetros de Estados Unidos, vive en el corazón mismo de Europa.
Además, si aceptamos criterios meramente étnicos o religiosos para legimitar la secesión y creación de nuevos Estados, ¿que sucederá en ese futuro no tan lejano en que las poblaciones originarias de Europa sean minoritarias en sus naciones frente a grupos étnicos-religiosos con crecimientos vegetativos exponencialmente mayores?
¿Se garantiza con medidas como éstas la consolidación de sociedades abiertas, diversas y democráticas capaces de convivir por mor de un contrato social que asegure la libertad, la fraternidad y la igualdad?

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