El invierno ha sido duro: frío, inhóspito, inclemente. Pero sólo hay que saber esperar. Ya está aquí la primavera tibia, el día amanecido con prontitud, las glicinias y jazmines florecidos, las noches demoradas. Se recomienza el ciclo de la vida. Por mi casa está todo llenos de fulgentes trebolinas amarillas, los tártagos también reverdecen, aunque ya nadie los recuerda.
Se acabó el repliegue hacia el interior. A salir todos a la vida
martes, 24 de marzo de 2009
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