jueves, 19 de marzo de 2009

Apocalípticos


Los apocalípticos están haciendo su agosto con la crisis financiera mundial. Es el fin del capitalismo, del bienestar, de la civilización. Es el regreso a la economía de subsistencia, al arado romano, al redescubrimiento del carro y los animales de tiro. Conozco algún apocalíptico que disfruta como un niño contando sus teorías milenaristas.
En mi caso, hace muchos años que pienso que esta civilización occidental, así entendida, ha tocado techo con tanto lujo, hedonismo y holgazanería. Los síntomas individuales son esas enfermedades, no por preocupantes menos extrañas, como la anorexia. Siempre me he preguntado si hay casos de esta patología en África.
Además, nos acogemos con suma facilidad a culpar a terceros: la responsabilidad de todo lo que pasa es de EEUU, por supuesto, que nos ha jodido a nosotros, que pasábamos por allí. Pues en España ya había entrado en crisis el sector de ls construcción antes de conocerse el estropicio de las hipotecas basuras y ese sector, junto al turismo, son las bases de nuestra economía. ¡Qué falta de memoria! No aprovechamos los años de bonanza para diversificar y modernizar nuestro sistema productivo, sino para ser poco competitivos y vivir por encima de nuestras posibilidades con el dinero-ficción de los créditos. Y que cada palo aguente su vela.
Pero los apocalípticos no cejan en su empeño: también está el calentamiento global, la contaminación, la destrucción de los bosques y no sé cuántas cosas más que acabarán con todo y con todos. Y yo creo que el verdadero estancamiento tiene una causa mucho más precisa: la sobrepoblación del planeta. Simplemente, somos demasiados.
Pero ¿son estas las señales que anuncian la próxima venida del fin de mundo? No lo creo. Lo que estimo es que, como siempre ha sucedido durante el decurso de la historia, ha llegado el momento del cambio, de la transformación, de una civilización que comenzó a construirse en la ya lejana Edad Media y que, en sus formas actuales, ha dado todo lo que podía dar. Y la vida sigue, como siguió después de Sumeria, de Roma...
Lo que queda por preguntarse es quiénes serán los bárbaros que harán caer el imperio romano, los fuertes ejércitos que arrasarán la decadente Constantinopla.
Digo yo.

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