viernes, 6 de julio de 2012

Vida de un escritor

Anoche terminé con la lectura de "Vida de un escritor", del increíble Gay Talese. Este extraordinario cofundador del llamado Nuevo Periodismo nos da una lección impresionante de lo que es la literatura de no ficción, esa artística mirada a la realidad que, luego, se transforma en literatura, como ocurre igualmente con los libros de viajes, género en el que se sitúa mi muy admirado y estudiado Bruce Chatwin.
Desde luego, el primer elemento constituyente de la literatura de no ficción es la observación atenta del entorno y el segundo, saber cómo hacer para que esa mirada sea singular, distinta, capaz de ver lo que se esconde a los otros para montar el friso de lo tangible. Esto requiere disciplina y conocimiento para ser capaces de bucear por debajo de las meras apariencias. Y así lo demuestra Talese cuando analiza la evolución del racismo en Alabama, reflexiona sobre la revuelta de Tiananmen o deja constancia del continuo y misterioso fracaso de todos los restaurantes que abren sus puertas en un determinado local de la calle 68 de Nueva York.
De su apreciación del caso de Tiananmen, me impresionó gratamente que no se le escapara la mentira publicitaria que montó Occidente para herir al régimen chino con dirigentes estudiantiles de pago que encontraron, luego, la colaboración de servicios secretos para abandonar el país y establecerse en Estados Unidos como becarios de lujo y altos ejecutivos. Es una técnica similar a la que se esconde detrás de la tan afamada primavera árabe, que ha contado, en este caso, con los impagables servicios de facebook, twiter y demás redes sociales a la mayor gloria de la agitación y propaganda. Millones de dólares para los grandes estrategas de la comunicación global y paz para los muertos.
En fin, una escritura, la de Talese, que encuentra petróleo literario excavando en el pozo de los hechos, donde trabaja esa orfebrería parsimoniosa de hilvanar la narración página tras página. Lo único que no me gustó fue el ajuste de cuentas que hace con sus suegros, breve pero empobrecedor, como cualquier otro rencor esparcido a los cuatro vientos.


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