viernes, 20 de julio de 2012

Pérez-Reverte y el compromiso

Soy de una generación que creció viendo a Arturo Pérez-Reverte por la televisión informándonos desde el frente de guerra. Para alguien como yo, que lleva el interés por la información en las venas, era un modelo. Su paso, luego, a la literatura de forma tan exitosa fue una sorpresa muy agradable. Su pronto asentamiento como escritor, el reconocimiento como académico de la lengua, sus millones de lectores... todo ello ha hecho que, con el tiempo, se haya convertido en un autor consagrado e influyente.
Uno de los factores que han contribuido a ello es su capacidad para la provocación y su voluntad de participación social opinando sobre la realidad sin dejar indiferente a nadie, lo que ha venido haciendo de forma continua desde sus artículos de prensa y las redes sociales. Es persona que, además de derrochar cultura, gasta valor e independencia y siempre tira a dar. Lo ha demostrado sobradamente en sus cartas a Zapatero y, recientemente, a Rajoy, entre otras.
Para mí, que valoro muchísimo la independencia y sentido crítico de las personas, es un claro ejemplo del compromiso social que se suele exigir a los intelectuales porque sus intervenciones son muestras de sensatez ante diestra y siniestra. Nada que ver con ese compromiso que la izquierda pide a los intelectuales, que no pretende en el fondo más que la militancia sectaria de artistas y escritores con sus postulados. En caso contrario, se recurre a la descalificación desautorizadora.
Por supuesto que, para alcanzar ese nivel de independencia, hay que rechazar complacer a los poderosos, renegar de la subvención y las dádivas, pretender quedar a bien con todo el mundo. No se puede ser amigo de todos todo el tiempo y ese es un riesgo que hay que correr. Y así, Arturo Pérez-Reverte se ha convertido poco a poco en un referente moral de nuestra sociedad con una repercusión e influencia que pocos escritores han tenido en los últimos tiempos. Un ejemplo.

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