martes, 22 de noviembre de 2011

Lluvia que amaina el mar

Hoy llueve. Los nubarrones cargados de agua no sólo reconfortan la tierra, que recoge su regalo hasta las misma entrañas como una oración que penetra en sus poros para obrar el sortilegio del renacimiento. También el mar se ve reconfortado por el aguacero y se echa como un perro cansado de correr en pos del viento. Espera el bálsamo que endulzará su ánimo salitroso. Y el marinero tiene su recompensa con las gotas que, como chiribitas, alumbran de libertad las velas de su singladura.

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