martes, 21 de diciembre de 2010

Solsticio de invierno: un poema para este día

En la oscuridad extendida

del veintiuno de diciembre

nadie enciende hogueras

como en la noche del otro san Juan.

La tiniebla se acata

en un grávido hundimiento

hasta el fondo limoso de la ciénaga.

Con ese barro nuevamente

se amasará la vida.

1 comentario:

Sergio dijo...

Una posible lectura de Solsticio de invierno.
Acertadamente utiliza el adjetivo "extendida" para calificar la sustancia "oscuridad" con la que se abre el poema. La oscuridad tiene, normalmente, connotaciones negativas, pues, evidentemente, sin luz es imposible la visión. Pero esta falta de luz (oscuridad) se extiende en la noche del veintiuno de diciembre para apagar, en principio, toda ilusión o expectativas salvíficas. Algo hay de redentor en la idea subyacente del poema.
A diferencia de la noche del otro san Juan, iluminada por las hogueras, el solsticio de invierno carece de oportunidad: "nadie enciende hogueras..." Así, estos primeros cuatro versos se construyen sobre la comparación y la antítesis. Por el momento, esta noche "del veintiuno de diciembre" no resulta tan mágica como la de san Juan.
Pero, como decía más arriba, la oscuridad tiene normalmente connotaciones negativas. Y se dice normalmente porque no hay luz sin la que pueda compararse la oscuridad; porque, como todo símbolo, tiene la oscuridad ese valor ambivalente o dual: necesaria es la oscuridad para alcanzar la luz. La oposición Luz / Oscuridad procede de nuestra cultura judeo – cristiana, y de la misma se ha creado toda una teología de liberación espiritual para alcanzar el conocimiento.
El campo asociativo relacionado con “oscuridad” permite progresar en el poema: "tiniebla", "hundimiento", "fondo", "ciénaga"; pero también los adjetivos "grávido" y "limoso". Estamos ante una sugerente imagen en la que la forma verbal de presente y con valor imperativo "se acata", no deja lugar, en principio, a otra posibilidad que el "hundimiento”.
Los presentes utilizados hasta ahora ("enciende", "se acata") darán lugar a un futuro ("se amasará"), donde, gracias al adverbio "nuevamente", reconocemos la posibilidad real de la salvación. Todo cambio o metamorfosis, salir de la crisálida como mariposa, del barro como vida, es esperanza.
Pero hay algo más, si de la noche de San Juan la luz proviene de las hogueras hechas por los hombres, la luz de la esperanza no surge de la acción premeditada del individuo. Este acto de recreación ("Con ese barro nuevamente / se amasará la vida.") proviene del interior, del lugar donde se moldea el barro y se da alma a las ideas, del lugar adonde, con frecuencia, se ha de volver para que se produzca la constante maravilla de la recreación de uno mismo.
Sergio González