miércoles, 14 de abril de 2010

Paseo matinal

Mi paseo matinal por la avenida de Anaga se va convirtiendo en una rutina que me permite reconocer a los viandantes habituales que van en dirección contraria a la mía. Está el joven alto, con aspecto de funcionario, que va a paso ligero inmerso en los sones que se provee con auriculares; las dos chicas que corren todas las mañanas, la señora de mediana edad y el pelo sin teñir que siempre me inspecciona desde sus ojillos redondos, el señor de la chapela que pasea y charla con la que debe ser su esposa...
También están los indigentes que a esa hora se desperezan en los bancos que hacen sus dormitorios.
En fin, que enseguida te das cuenta que son siempre las mismas personas a las mismas horas, aunque están también los desertores de la ruta, que suelen ser los inconstantes que hacen deporte una semana, pero luego se esfuman sin dejar rastro.
Tal vez la nota más curiosa la pongan los políticos, que, émulos de la moda de los presidentes norteamericanos, se suman al castigo corporal de la carrera, por lo que debe estar contrastado ya que el ejercicio no sólo ayuda a la buena salud, sino también a la recaudación electoral. Debe ser el único momento del día en que se suman a la cotidianidad ciudadana antes de volver a sus torres de marfil.

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