viernes, 16 de abril de 2010

El placer de la columna

Mi colaboración dominguera con la edición regional de ABC está siendo para mí una satisfacción, un placer. Esas columnas breves me gusta trabajarlas con denuedo, pulirlas, lustrarlas. Es verdad que no se merece menos una de las cabeceras históricas y de referencia del periodismo español, pero el disfrutar del acto de escribir me hace estar en plenitud.
Lo más difícil siempre es encontrar el tema, pues no quiero que la política se enseñoree de mis artículos. Busco también otras cosas que decir sobre la actividad humana y evitar ese monopolio temático.
Suelo escribirla el lunes y el resto de la semana, dedicándole un ratito, voy perfilando su fondo y su forma hasta que el viernes se la hago llegar al amigo Bernardo Sagastume, redactor jefe del periódico, para su publicación el domingo
El lema que hay detrás de este trabajo lo aprendí de un viejo y buen periodista que una vez me dijo que el éxito del columnista está en la ironía y el sarcamos, las dos armas dialécticas que atrapa a los lectores. Y procuro usarlas.
En estos días he podido comprobar, además, que muchas personas de mi entorno han descubierto estas columnas y las están siguiendo, lo que siempre te alegra, pues se escribe para ser leído. No se habla para las paredes.
Pero la mayor sorpresa me la he llevado el pasado martes cuando, leyendo El Día, me encuentro en su página 15 un artículo que me llama la atención porque su título menciona la espiral del silencio, que fue como encabecé uno de los míos de hace un par de semanas. Lo leo y compruebo que, con más texto, el tal articulista me copia hasta oraciones completas. Esto me ha divertido muchísimo, pues no deja de enorgullecerte que, entre tanto primer espada del columnismo español, haya sido fuente de inspiración de un plagiario. Un honor.

No hay comentarios: