jueves, 23 de abril de 2009

La crisis de los 40


Siempre oía hablar de la crisis de los 40, lo que no parecía más que uno de esos tópicos entre los que vivimos todos los días. Pero mi experiencia me ha confirmado que existe. Sólo con las limitaciones físicas que empiezan a aparecer en ese decenio tienes bastante para saber que la juventud es una cosa del pasado, amén de otros tropiezos que suelen acontecer. Terminas siendo consciente de que estás en la segunda mitad de tu vida, en la que ya todo es bajada (sí, todo esta más flácido, vaya).
Eso, a pesar de que tantos y tantos crean hoy que la juventud es un valor eterno. Yo los veo a ellos corriendo como etíopes por el lagunero campo de La Manzanilla. Pero no sólo a cuarentones, sino a cincuentones y sesentones. Y la verdad es que me ponen de los nervios verlos jugar con el filo de la navaja cardíaca.
Después, ellas cada vez están más recauchutadas que las ruedas de un camión viejo. Que si narices, que si labios, que si pechos... parecen más androides que seres humanos con esa belleza de artificio.
Pero en el interior de los etíopes y de las androides también corre la sangre de la crisis vital, quizás en ellos es un torrente más caudaloso aun, pues los primeros parecen que están todo el día huyendo con esas carreras y las segundas son de pega.

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