viernes, 27 de enero de 2012

Sentido del humor

Sólo el sentido del humor nos salva. Esa capacidad de estar en el término medio entre la frivolidad y la seriedad, de saber minimizar la importancia de las personas y sus hechos, sobre todo los propios; de ejercitar la risueña capacidad de ver la vida con ironía... Últimamente, psicólogos y psiquiatras encomian la labor que hace nuestra risa en favor de la felicidad, una medicina natural que nos da tono vital como la pócima druítica hacía invencible a Asterix.
He comprendido la capital importancia del sentido del humor, me hace mejor, me resulta imprescindible para sobrellevar la rutina, la opacidad de los días, a mí mismo. Hasta tal punto es así que las personas que no son capaces de ironizar, de reir, de ver las dos caras de la moneda, son las que más desconfianza me producen, a las que más temo. La explicación ya la dio Coleridge: "No hay espíritu bien conformado si le falta sentido del humor", como sabe cualquiera que, con ojos críticos, se mire a un espejo desnudo después de los cincuenta y ni se le pase por la cabeza hacerse con una bicicleta estática al modesto precio de una esperanza. La mía ha terminado de perchero, lo que tampoco es un mal servicio.

1 comentario:

max_planckZeit dijo...

LA VIDA EMPIEZA EN LÁGRIMAS Y CACA

PRONUNCIA CON SUS NOMBRES LOS TRASTOS
Y MISERIAS DE LA VIDA





La vida empieza en lágrimas y caca,
luego viene la mu, con mama y coco,
síguense las viruelas, baba y moco,
y luego llega el trompo y la matraca.



En creciendo, la amiga y la sonsaca:
con ella embiste el apetito loco;
en subiendo a mancebo, todo es poco,
y después la intención peca en bellaca.



Llega a ser hombre, y todo lo trabuca;
soltero sigue toda perendeca;
casado se convierte en mala cuca.



Viejo encanece, arrúgase y se seca;
llega la muerte, y todo lo bazuca,
y lo que deja paga, y lo que peca.